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Cl谩sicos de la Ley de Atracci贸n Tu poder invisible...

Secretos de la _Ley de la atracci贸n


 Cl谩sicos de la ley de la atracci贸n: Tu poder invisible – C贸mo atraer las cosas que deseas – Genevieve Behrend


El poder dentro de ti que te permite formar una imagen mental es el punto de partida de todo lo que existe. En su estado original es la sustancia informe e indiferenciada de la vida.

Tu imagen mental forma el molde (por as铆 decirlo) en el que toma forma esta sustancia informe. Visualizar, o ver mentalmente cosas y condiciones como deseas que sean, es el poder condensante y especializado en ti que podr铆a ilustrarse con la lente de una linterna m谩gica.

La linterna m谩gica es uno de los mejores s铆mbolos de esta facultad de im谩genes. Ilustra el funcionamiento del esp铆ritu creativo en el plano de la iniciativa y la selecci贸n (o en su forma especializada concentrada) de una manera notablemente clara.

Esta diapositiva ilustra tu propia imagen mental, invisible en la linterna de tu mente hasta que enciendes la luz de tu voluntad. Es decir, enciendes tu deseo con fe absoluta en que el Esp铆ritu Creativo de Vida, en ti, est谩 haciendo la obra.

Por el constante flujo de luz de la voluntad sobre el Esp铆ritu, la imagen que deseas se proyecta sobre la pantalla del mundo f铆sico, una reproducci贸n exacta de la diapositiva representada en tu mente.

Visualizar sin una voluntad lo suficientemente estable como para inhibir cada pensamiento y sentirse contrario a su imagen ser铆a tan in煤til como una linterna m谩gica sin la luz.

Por otra parte, si su voluntad est谩 lo suficientemente desarrollada como para mantener su imagen en pensamiento y sentimiento, sin ning煤n tipo de “si”, simplemente comprendiendo que su pensamiento es

 El gran poder de atracci贸n, entonces es muy probable que su imagen mental se proyecte sobre la pantalla. de su mundo f铆sico como cualquier diapositiva ilustrada colocada en la mejor linterna m谩gica jam谩s creada.

Intente proyectar la imagen en una linterna m谩gica con una luz que cambia constantemente de un lado a otro, y tendr谩 el efecto de una voluntad incierta.

Es tan necesario que siempre deba retroceder su imagen con una voluntad fuerte y constante, ya que es tener una fuerte luz constante de un tobog谩n de imagen.

La gozosa seguridad con la que haces tu retrato es el muy poderoso im谩n de la Fe, y nada puede borrarlo.

Eres m谩s feliz que nunca porque has aprendido a saber d贸nde est谩 tu fuente de suministro y conf铆as en su respuesta infalible a la direcci贸n que te has dado.

Al fin y al cabo, la felicidad es lo 煤nico que todo ser humano desea, y el estudio de la visualizaci贸n le permite sacar m谩s provecho de la vida de lo que jam谩s haya disfrutado antes. Se siguen abriendo posibilidades crecientes, cada vez m谩s, ante ti.

Un hombre de negocios me dijo una vez que desde que practic贸 la visualizaci贸n y adquiri贸 el h谩bito de dedicar unos minutos cada d铆a a pensar en su trabajo como deseaba que fuera de manera amplia y amplia, su negocio se hab铆a m谩s que duplicado en seis meses.

Su m茅todo consist铆a en ir a una habitaci贸n todas las ma帽anas antes del desayuno y hacer un inventario mental de su negocio tal como lo hab铆a dejado la noche anterior, y luego ampliarlo.

Dijo que se expandi贸 y expandi贸 de esta manera hasta que sus asuntos estuvieron en condiciones notablemente exitosas. Se ver铆a a s铆 mismo en su oficina haciendo todo lo que quer铆a.

Su ocupaci贸n le exig铆a encontrarse con muchos extra帽os todos los d铆as. En su imagen mental se vio a s铆 mismo conociendo a estas personas, comprendiendo sus necesidades y supli茅ndolas exactamente como deseaban.

Este h谩bito, dijo, hab铆a fortalecido y estabilizado su voluntad de una manera casi inconcebible. Adem谩s, al ver mentalmente las cosas como quer铆a que fueran, hab铆a adquirido la sensaci贸n de confianza de que cierta fuerza creadora se ejercitaba, por 茅l y a trav茅s de 茅l, con el fin de mejorar su peque帽o mundo.

Cuando comienzas a visualizar seriamente por primera vez, puedes sentir, como muchos otros, que alguien m谩s puede estar formando la misma imagen que t煤 y que, naturalmente, eso no se adaptar铆a a tu prop贸sito.

No se preocupe innecesariamente por esto. Simplemente trata de darte cuenta de que tu imagen es un ejercicio ordenado del Poder Creativo Universal aplicado espec铆ficamente.

Entonces podr谩s estar seguro de que nadie podr谩 oponerse a ti. La ley universal de la armon铆a lo impide. Esfu茅rcese por tener presente que su imagen mental es la Mente Universal ejerciendo espec铆ficamente sus poderes inherentes de iniciativa y selecci贸n.

Dios, o la mente universal, hizo al hombre con el prop贸sito especial de diferenciarse a s铆 mismo a trav茅s de 茅l. Todo lo que es, surgi贸 de esta misma manera, por esta misma ley de autodiferenciaci贸n y para el mismo prop贸sito.

Primero, la idea, la imagen mental o el prototipo de la cosa, que es la cosa misma en su incipiencia o forma de pl谩stico.

El Gran Arquitecto del Universo se contempl贸 manifest谩ndose a trav茅s de Su polo opuesto, la materia, y la idea se expandi贸 y proyect贸 hasta tener un mundo, muchos mundos.

The answer is: Because it is the nature of originating substance to solidify, under directivity rather than activity, just as it is the nature of wax to harden when it becomes cold, or plaster of paris to become firm and solid when exposed to the air .

Tu imagen en esta misma sustancia Divina en su estado fluido toma forma a trav茅s del centro individualizado de operaci贸n Divina, tu mente; y no hay poder para impedir que esta combinaci贸n de sustancia espiritual se convierta en forma f铆sica.

Es la naturaleza del Esp铆ritu completar su trabajo y una idea no est谩 completa hasta que se ha hecho un veh铆culo.

Nada puede evitar que su imagen entre en forma concreta, excepto el mismo poder que le dio a luz, usted mismo. Supongamos que desea tener una habitaci贸n m谩s ordenada. Miras sobre tu habitaci贸n y la idea del pedido sugiere cajas, armarios, estantes, ganchos, etc.

La caja, el armario, los ganchos, todos son ideas concretas de orden. Veh铆culos a trav茅s de los cuales el orden y la armon铆a se sugieren.

Cl谩sicos de la Ley de Atracci贸n: Tu poder invisible – C贸mo yo


Cl谩sicos de la Ley de Atracci贸n: Tu poder invisible – C贸mo yo

Cl谩sicos de la ley de la atracci贸n: Tu poder invisible – C贸mo atraje veinte mil d贸lares – Genevieve Behrend

En el laboratorio de experiencia en el que iba a ser probada mi relaci贸n reci茅n revelada con la operaci贸n Divina, el primer problema fue financiero. Mis ingresos estaban estipulados, suficientes para mis necesidades diarias.

Pero no me pareci贸 suficiente para permitirme ir c贸modamente a Inglaterra, donde viv铆a Troward, y permanecer por un per铆odo indefinido para estudiar con un maestro tan grande como deb铆a ser.

As铆 que antes de preguntar si Troward acept贸 alumnos o si yo ser铆a elegible en caso de que lo hiciera, comenc茅 a usar el p谩rrafo que hab铆a memorizado.

Diariamente, de hecho, casi cada hora, las palabras estaban en mi mente: “Mi mente es un centro de operaci贸n Divina, y operaci贸n Divina significa expansi贸n hacia algo mejor de lo que ha sido antes”.

En las Conferencias de Edimburgo hab铆a le铆do algo sobre la Ley de Atracci贸n, y en el Cap铆tulo de “Causas y Condiciones” hab铆a deducido una vaga idea de la visualizaci贸n.

As铆 que todas las noches, antes de irme a dormir, me hac铆a una imagen mental de los 20.000 d贸lares deseados. Cada noche se contaban veinte billetes de mil d贸lares en mi dormitorio, y luego, con la idea de grabar m谩s enf谩ticamente en mi mente el hecho de que esos veinte mil d贸lares eran para ir a

 Inglaterra y estudiar con Troward, escrib铆 mi foto. , me vi comprando mi billete de vapor, caminando arriba y abajo por la cubierta del barco desde Nueva York a Londres y, finalmente, me vi aceptado como alumno de Troward.

Este proceso se repiti贸 cada ma帽ana y cada tarde, siempre grabando m谩s y m谩s plenamente en mi mente la declaraci贸n memorizada de Troward: "Mi mente es un centro de operaciones Divinas". Me esforc茅 por mantener esta afirmaci贸n en el fondo de mi conciencia todo el tiempo sin pensar en c贸mo podr铆a obtener el dinero.

Probablemente la raz贸n por la que no pens茅 en las v铆as a trav茅s de las cuales podr铆a llegarme el dinero fue porque no pod铆a imaginar de d贸nde vendr铆an los 20.000 d贸lares. As铆 que simplemente mantuve mi pensamiento firme y dej茅 que el poder de atracci贸n encontrara sus propios caminos y medios.

Un d铆a, mientras caminaba por la calle, haciendo ejercicios de respiraci贸n profunda, me vino el pensamiento: “Mi mente es seguramente un centro de operaci贸n Divina. Si Dios llena todo el espacio, entonces.

Dios tambi茅n debe estar en mi mente; si quiero este dinero para estudiar con Troward y poder conocer la verdad de la Vida, entonces tanto el dinero como la verdad deben ser m铆os, aunque no puedo sentir ni ver las manifestaciones f铆sicas de ninguno de los dos; aun as铆”, declar茅, “debe ser m铆o”.

Mientras estas reflexiones suced铆an en mi mente, pareci贸 surgir de mi interior el pensamiento: “Yo soy toda la sustancia que existe”. Entonces, desde otro canal de mi cerebro pareci贸 llegar la respuesta: “Por supuesto, eso es todo; todo debe tener presente su comienzo.

El Yo, la Idea, debe ser la 煤nica y primera sustancia que existe, y esto significa tanto el dinero como todo lo dem谩s”. Mi mente acept贸 esta idea e inmediatamente se relaj贸 toda la tensi贸n de la mente y el cuerpo.

Hab铆a una sensaci贸n de absoluta certeza de estar en contacto con todo el poder que la Vida tiene para dar. Todo pensamiento sobre el dinero, los maestros o incluso mi propia personalidad, se desvaneci贸 en la gran ola de alegr铆a que invadi贸 todo mi ser.

Segu铆 caminando con este sentimiento de alegr铆a aumentando y expandi茅ndose constantemente hasta que todo a mi alrededor parec铆a brillar con una luz resplandeciente.

Cada persona con la que pasaba estaba iluminada como yo. Toda conciencia de la personalidad hab铆a desaparecido, y en su lugar vino esa gran y casi abrumadora sensaci贸n de alegr铆a y satisfacci贸n.

Esa noche, cuando hice mi retrato de los veinte mil d贸lares, lo hice con un aspecto completamente distinto. En ocasiones anteriores, al hacer mi imagen mental, hab铆a sentido que despertaba algo dentro de m铆. Esta vez no hubo sensaci贸n de esfuerzo. Simplemente cont茅 los veinte mil d贸lares.

Entonces, de la manera m谩s inesperada, de una fuente de la que no ten铆a conciencia en ese momento, pareci贸 abrirse una posible v铆a a trav茅s de la cual el dinero podr铆a llegar hasta m铆.

Al principio fue necesario un gran esfuerzo para no emocionarse. Todo parec铆a tan maravilloso, tan glorioso estar en contacto con la oferta.

¿Pero no hab铆a advertido Troward a sus lectores que mantuvieran fuera de sus mentes toda emoci贸n en la primera oleada de realizaci贸n de la uni贸n con la oferta Infinita, y que trataran este hecho como un resultado perfectamente natural que se hab铆a alcanzado a trav茅s de nuestra demanda?

Esto fue a煤n m谩s dif铆cil para m铆 que sostener el pensamiento de que “toda la sustancia que existe, yo soy; Yo (idea) soy el comienzo de toda forma, visible o invisible”.

Tan pronto como apareci贸 una circunstancia que indicaba la direcci贸n por la que podr铆an llegar los veinte mil d贸lares, no s贸lo hice un esfuerzo supremo por considerar con calma la direcci贸n indicada como el primer brote de la semilla que hab铆a sembrado en lo absoluto, sino que dej茅 de hacerlo.

No hay piedra sin remover para seguir esa direcci贸n y cumplir con mi parte.

Al hacerlo, una circunstancia pareci贸 conducir naturalmente a otra, hasta que, paso a paso, consegu铆 mis deseados veinte mil d贸lares. Mantener mi mente serena y libre de emociones fue mi mayor esfuerzo.

Este primer fruto concreto de mi estudio de la ciencia mental tal como lo expone el libro de Troward se produjo gracias a un cuidadoso seguimiento de los m茅todos que 茅l hab铆a esbozado.

En este sentido, por lo tanto, no puedo ofrecer al lector mejor regalo que citar el libro de Troward, "Las Conferencias de Edimburgo", del que puede derivarse una idea completa de la l铆nea de acci贸n que me esforzaba por seguir.

En el cap铆tulo sobre Causas y Condiciones dice: “Para obtener buenos resultados debemos comprender adecuadamente nuestra relaci贸n con el gran poder impersonal que estamos usando. Es inteligente, y nosotros somos inteligentes, y las dos inteligencias deben cooperar.

No debemos ir en contra de la Ley esperando que haga por nosotros lo que s贸lo puede hacer a trav茅s de nosotros; y debemos, por tanto, utilizar nuestra inteligencia con el conocimiento de que est谩 actuando como instrumento de una inteligencia mayor; y debido a que tenemos este conocimiento, podemos y debemos dejar de preocuparnos por el resultado final.

En la pr谩ctica real, primero debemos formar la concepci贸n ideal de nuestro objeto con la intenci贸n definida de grabarla en la mente universal (es este pensamiento el que saca ese pensamiento de la regi贸n de las meras fantas铆as casuales) y luego afirmar que nuestro conocimiento del

La ley es raz贸n suficiente para tener una expectativa tranquila de un resultado correspondiente y que, por lo tanto, todas las condiciones necesarias nos llegar谩n en el debido orden.

Entonces podremos abordar los asuntos de nuestra vida diaria con la tranquila seguridad de que las condiciones iniciales ya est谩n ah铆 o pronto aparecer谩n.

Si no los vemos de inmediato, content茅monos con el conocimiento de que el prototipo espiritual ya existe y esperemos hasta que comience a manifestarse alguna circunstancia que apunte en la direcci贸n deseada.

Puede que sea una circunstancia muy peque帽a, pero lo que hay que tener en cuenta es la direcci贸n y no la magnitud.

Tan pronto como lo veamos, debemos considerarlo como el primer brote de la semilla sembrada en el

 Absoluto, y hacer con calma y sin excitaci贸n lo que las circunstancias parezcan requerir, y luego veremos que este hacer, a su vez, conducirnos a una circunstancia adicional en la misma direcci贸n, hasta que nos veamos conducidos, paso a paso, hacia el logro de nuestro objetivo.

De esta manera, la comprensi贸n del gran principio de la Ley de la Oferta, mediante experiencias repetidas, nos sacar谩 cada vez m谩s completamente de la regi贸n del pensamiento ansioso y del trabajo duro y nos llevar谩 a un mundo nuevo donde el empleo 煤til de todos nuestros.

Los poderes, ya sean mentales o f铆sicos, ser谩n s贸lo un desarrollo de nuestra individualidad seg煤n las l铆neas de su propia naturaleza y, por lo tanto, una fuente perpetua de salud y felicidad; un incentivo suficiente, seguramente, para el estudio cuidadoso de las leyes que gobiernan la relaci贸n entre el individuo y la Mente Universal”.

En mi opini贸n, entonces como ahora, esta cita describe el n煤cleo y el centro del m茅todo y la forma de acercamiento necesarios para entrar en contacto con la oferta Infinita.

Al menos esto, junto con la afirmaci贸n antes citada: "Mi mente es un centro de operaci贸n Divina", etc., constitu铆a el 煤nico medio aparente de atraer hacia m铆 los veinte mil d贸lares.

Mi esfuerzo constante por entrar en el esp铆ritu de estas declaraciones y atraer hacia m铆 la suma necesaria dur贸 unas seis semanas, al cabo de las cuales ten铆a en mi banco los veinte mil d贸lares necesarios.

Esto podr铆a convertirse en una larga historia, dando todos los detalles, pero los hechos, tal como ya se han narrado, le dar谩n una idea definitiva de la condici贸n magn茅tica de mi mente mientras los veinte mil d贸lares llegaban hasta m铆.

Cl谩sicos de la ley de la atracci贸n: el v铆nculo entre la creaci贸n y el deseo – Thomas Troward  (Extra铆do de “Secretos de la _Ley de la atracci贸n_” y “La colecci贸n completa de Thomas Troward”)  El hecho de que exista la creaci贸n prueba que la Mente Universal piensa diferente, y s贸lo tenemos que mirar a nuestro alrededor para ver que el verdadero ideal es el ejercicio del poder creativo. Por lo tanto, lejos de ser algo que deba ser aniquilado, es la ra铆z misma de todo modo de vida concebible. Sin 茅l la vida no podr铆a ser. Toda forma de expresi贸n implica la selecci贸n de todo lo que constituye esa forma y el paso de todo lo que no es necesario para ese prop贸sito; de ah铆 el deseo de lo que se elige con preferencia a lo que se deja de lado. Y este deseo selectivo no es otro que la _Ley de Atracci贸n_ universal.  Ya sea que esta ley act煤e como la afinidad qu铆mica de 谩tomos aparentemente inconscientes o en las atracciones instintivas, aunque irracionales, de los mundos vegetal y animal, sigue siendo el principio de afinidad selectiva; y contin煤a siendo el mismo cuando pasa a los reinos superiores que est谩n gobernados por la raz贸n y el prop贸sito consciente. Los modos de actividad en cada uno de estos reinos est谩n dictados por la naturaleza del reino; pero la actividad misma resulta siempre de la preferencia de un determinado sujeto por un determinado objeto, con exclusi贸n de todos los dem谩s; y toda acci贸n consiste en el movimiento rec铆proco de los dos hacia el otro en obediencia a la ley de su afinidad.  Cuando esto ocurre en el reino de la individualidad consciente, las afinidades se manifiestan como acci贸n mental; pero el principio de selecci贸n prevalece sin excepci贸n en todo el universo. En la mente consciente esta atracci贸n hacia su afinidad se convierte en deseo; el deseo de crear alguna condici贸n de cosas mejor que la que ahora existe. Nuestra falta de conocimiento puede hacer que cometamos errores en cuanto a qu茅 es realmente lo mejor, y as铆, al tratar de realizar nuestro deseo, podemos darle una direcci贸n equivocada; pero la culpa no est谩 en el deseo en s铆, sino en nuestra noci贸n err贸nea de lo que requiere para su satisfacci贸n. De ah铆 el malestar y la insatisfacci贸n hasta que se encuentre su verdadera afinidad; pero tan pronto como se descubre esto, la ley de la atracci贸n se impone inmediatamente y produce esa mejor condici贸n, cuyo sue帽o dio primero direcci贸n a nuestros pensamientos.  Por tanto, es eternamente cierto que el deseo es la causa de todo sentimiento y de toda acci贸n; en otras palabras, de toda la Vida. Toda la vivencia de la Vida consiste en recibir o irradiar las vibraciones producidas por la Ley de Atracci贸n; y en el reino de la mente estas vibraciones necesariamente se convierten en extensiones conscientes de la mente en la direcci贸n en la que siente atracci贸n; es decir, se convierten en deseos. Por lo tanto, el deseo es la mente que busca manifestarse en alguna forma que todav铆a existe s贸lo en su pensamiento. Es el principio de la creaci贸n, ya sea que la cosa creada sea un mundo o una cuchara de madera; ambos tienen su origen en el deseo de hacer existir algo que a煤n no existe. Cualquiera que sea la escala en la que ejercitemos nuestra capacidad creativa, la fuerza motriz siempre debe ser el deseo.  El deseo es la fuerza detr谩s de todas las cosas; es el principio motor del universo y el centro m谩s interno de toda la Vida. Por lo tanto, tomar la negaci贸n del deseo como nuestro principio primordial es esforzarnos por erradicar la Vida misma; pero lo que tenemos que hacer es adquirir el conocimiento necesario para guiar nuestros deseos hacia sus verdaderos objetos de satisfacci贸n. Hacer esto es el fin del conocimiento; y cualquier conocimiento aplicado de otra manera es s贸lo un conocimiento parcial que, habiendo fracasado en su prop贸sito, no es m谩s que ignorancia. El deseo es, pues, la suma total de la vivencia de la Vida, porque es aquello en lo que se origina todo movimiento, ya sea en el nivel f铆sico o espiritual. En una palabra, el deseo es el poder creativo y debe ser cuidadosamente guardado, entrenado y dirigido en consecuencia; pero tratar de desarrollarlo hasta la m谩xima perfecci贸n es exactamente lo contrario de tratar de matarlo directamente.  Y el deseo tiene por correlato la realizaci贸n. El deseo y su cumplimiento est谩n unidos como causa y efecto; y cuando comprendamos la ley de su secuencia, quedaremos m谩s impresionados que nunca con la importancia suprema del Deseo como gran centro de la Vida.


Cl谩sicos de la ley de la atracci贸n: el v铆nculo entre la creaci贸n y el deseo

El hecho de que exista la creaci贸n prueba que la Mente Universal piensa diferente, y s贸lo tenemos que mirar a nuestro alrededor para ver que el verdadero ideal es el ejercicio del poder creativo. Por lo tanto, lejos de ser algo que deba ser aniquilado, es la ra铆z misma de todo modo de vida concebible.

Sin 茅l la vida no podr铆a ser. Toda forma de expresi贸n implica la selecci贸n de todo lo que constituye esa forma y el paso de todo lo que no es necesario para ese prop贸sito; de ah铆 el deseo de lo que se elige con preferencia a lo que se deja de lado. Y este deseo selectivo no es otro que la _Ley de Atracci贸n_ universal.

Ya sea que esta ley act煤e como la afinidad qu铆mica de 谩tomos aparentemente inconscientes o en las atracciones instintivas, aunque irracionales, de los mundos vegetal y animal, sigue siendo el principio de afinidad selectiva; y contin煤a siendo el mismo cuando pasa a los reinos superiores que est谩n gobernados por la raz贸n y el prop贸sito consciente.

Los modos de actividad en cada uno de estos reinos est谩n dictados por la naturaleza del reino; pero la actividad misma resulta siempre de la preferencia de un determinado sujeto por un determinado objeto, con exclusi贸n de todos los dem谩s; y toda acci贸n consiste en el movimiento rec铆proco de los dos hacia el otro en obediencia a la ley de su afinidad.

Cuando esto ocurre en el reino de la individualidad consciente, las afinidades se manifiestan como acci贸n mental; pero el principio de selecci贸n prevalece sin excepci贸n en todo el universo. En la mente consciente esta atracci贸n hacia su afinidad se convierte en deseo; el deseo de crear alguna condici贸n de cosas mejor que la que ahora existe.

Nuestra falta de conocimiento puede hacer que cometamos errores en cuanto a qu茅 es realmente lo mejor, y as铆, al tratar de realizar nuestro deseo, podemos darle una direcci贸n equivocada; pero la culpa no est谩 en el deseo en s铆, sino en nuestra noci贸n err贸nea de lo que requiere para su satisfacci贸n.

De ah铆 el malestar y la insatisfacci贸n hasta que se encuentre su verdadera afinidad; pero tan pronto como se descubre esto, la ley de la atracci贸n se impone inmediatamente y produce esa mejor condici贸n, cuyo sue帽o dio primero direcci贸n a nuestros pensamientos.

Por tanto, es eternamente cierto que el deseo es la causa de todo sentimiento y de toda acci贸n; en otras palabras, de toda la Vida. Toda la vivencia de la Vida consiste en recibir o irradiar las vibraciones producidas por la Ley de Atracci贸n;

y en el reino de la mente estas vibraciones necesariamente se convierten en extensiones conscientes de la mente en la direcci贸n en la que siente atracci贸n; es decir, se convierten en deseos. Por lo tanto, el deseo es la mente que busca manifestarse en alguna forma que todav铆a existe s贸lo en su pensamiento.

 Es el principio de la creaci贸n, ya sea que la cosa creada sea un mundo o una cuchara de madera; ambos tienen su origen en el deseo de hacer existir algo que a煤n no existe. Cualquiera que sea la escala en la que ejercitemos nuestra capacidad creativa, la fuerza motriz siempre debe ser el deseo.

El deseo es la fuerza detr谩s de todas las cosas; es el principio motor del universo y el centro m谩s interno de toda la Vida. Por lo tanto, tomar la negaci贸n del deseo como nuestro principio primordial es esforzarnos por erradicar la Vida misma;

pero lo que tenemos que hacer es adquirir el conocimiento necesario para guiar nuestros deseos hacia sus verdaderos objetos de satisfacci贸n. Hacer esto es el fin del conocimiento; y cualquier conocimiento aplicado de otra manera es s贸lo un conocimiento parcial que, habiendo fracasado en su prop贸sito, no es m谩s que ignorancia.

El deseo es, pues, la suma total de la vivencia de la Vida, porque es aquello en lo que se origina todo movimiento, ya sea en el nivel f铆sico o espiritual.

En una palabra, el deseo es el poder creativo y debe ser cuidadosamente guardado, entrenado y dirigido en consecuencia; pero tratar de desarrollarlo hasta la m谩xima perfecci贸n es exactamente lo contrario de tratar de matarlo directamente.

Y el deseo tiene por correlato la realizaci贸n. El deseo y su cumplimiento est谩n unidos como causa y efecto; y cuando comprendamos la ley de su secuencia, quedaremos m谩s impresionados que nunca con la importancia suprema del Deseo como gran centro de la Vida.

Law of Attraction Classics










Cl谩sicos de la ley de la atracci贸n: la sugerencia es poder – Deportes


Esta fuerza sutil de la sugesti贸n repetida supera nuestra raz贸n, actuando directamente sobre nuestras emociones y nuestros sentimientos, penetrando finalmente hasta lo m谩s profundo de nuestro subconsciente.

脡ste es el principio b谩sico de toda publicidad exitosa: la sugerencia continua y repetida que primero te hace creer, y despu茅s de lo cual est谩s ansioso por comprar. En los 煤ltimos a帽os hemos disfrutado de una juerga de vitaminas.

Durante siglos, los tomates fueron considerados venenosos. La gente no se atrev铆a a comerlos hasta que alguna persona valiente los prob贸 y sobrevivi贸. Hoy en d铆a millones de personas comen tomates sin saber que no se consideran aptos para el consumo humano.

Por el contrario, las humildes espinacas casi acaban en el cubo de la basura despu茅s de que el Gobierno de los Estados Unidos declarara que no conten铆an los valores alimenticios que se les atribu铆an durante d茅cadas. Millones de personas creyeron esto y se negaron a seguir honrando el plato favorito de Popeye.

Es evidente que los fundadores de todos los grandes movimientos religiosos sab铆an mucho sobre el poder de la sugesti贸n repetida y obtuvieron con ella resultados de gran alcance.

Las ense帽anzas religiosas han sido inculcadas en nosotros desde el nacimiento, en nuestras madres y padres antes que nosotros y en sus padres y en sus padres antes que ellos.

Ciertamente hay magia blanca en ese tipo de creencia.

Declaraciones como “Lo que no sabemos no nos har谩 da帽o” y “La ignorancia es felicidad” adquieren mayor significado cuando te das cuenta de que s贸lo las cosas de las que te vuelves consciente pueden hacerte da帽o o molestarte.

Todos hemos o铆do la historia del hombre que no sab铆a que no se pod铆a hacer y sigui贸 adelante y lo hizo.

Los psic贸logos nos dicen que de beb茅s s贸lo tenemos dos miedos: el miedo a los ruidos fuertes y el miedo a caer. Todos nuestros dem谩s miedos nos son transmitidos o se desarrollan como resultado de nuestras experiencias; provienen de lo que nos ense帽an o de lo que o铆mos y vemos.

Me gusta pensar en hombres y mujeres como robles leales que pueden mantenerse firmes en medio de las muchas corrientes cruzadas de pensamiento que giran a su alrededor.

Pero demasiadas personas son como 谩rboles j贸venes que, llevados por cada peque帽a brisa, finalmente crecen en la direcci贸n de alg煤n fuerte viento de pensamiento que sopla en su contra.

La Biblia est谩 llena de ejemplos del poder del pensamiento y la sugesti贸n. Lee G茅nesis, cap铆tulo 30, vers铆culos 36 al 43, y aprender谩s que incluso Jacob conoc铆a su poder.

La Biblia cuenta c贸mo desarroll贸 ganado vacuno, ovino y caprino manchado y moteado colocando varas de 谩rboles, despoj谩ndolas parcialmente de su corteza para que aparecieran manchadas y marcadas, en los abrevaderos donde los animales iban a beber.

Como habr谩s adivinado, los reba帽os conceb铆an antes de las varas manchadas y daban a luz ganado, “rayado, moteado y manchado”. (Y, dicho sea de paso, Jacob se hizo sumamente rico).

Mois茅s tambi茅n era un maestro en la sugesti贸n. Durante cuarenta a帽os lo us贸 con los israelitas y los llev贸 a la tierra prometida de leche y miel. David, siguiendo las sugestivas fuerzas que actuaban sobre 茅l, mat贸 al poderoso y fuertemente armado Goliat con un guijarro de una honda.

Juana de Arco, la fr谩gil y peque帽a Doncella de Orleans, escuch贸 voces y, bajo sus sugerentes influencias, qued贸 imbuida de la idea de que ten铆a la misi贸n de salvar Francia.

Supo transmitir su esp铆ritu indomable al coraz贸n de sus soldados y derrot贸 a las fuerzas superiores de los ingleses en Orlans.

William James, padre de la psicolog铆a moderna en Estados Unidos, declar贸 que a menudo nuestra fe antes de una empresa dudosa es lo 煤nico que puede asegurar su conclusi贸n exitosa.

La fe del hombre, seg煤n James, act煤a sobre los poderes superiores a 茅l como reclamo y crea su propia verificaci贸n. En otras palabras, el pensamiento se convierte literalmente en padre del hecho.

Para una mayor iluminaci贸n de la fe y su poder, le sugiero que lea la Ep铆stola General de Santiago en el Nuevo Testamento.

En realidad, todos los que alguna vez han presenciado un partido de f煤tbol o b茅isbol han visto este poder de sugesti贸n en acci贸n. Knute Rockne, el famoso entrenador de Notre Dame, conoc铆a el valor de la sugesti贸n y la utiliz贸 repetidamente, pero siempre adapt贸 su m茅todo de aplicarla al temperamento de cada equipo.

Un s谩bado por la tarde, Notre Dame estaba jugando un partido particularmente agotador y al final de la primera mitad iba perdiendo. Los jugadores estaban en su vestuario esperando nerviosos la llegada de Rockne. Finalmente la puerta se abri贸 y Rockne entr贸 lentamente.

Sus ojos recorrieron inquisitivamente al escuadr贸n: “Oh, disc煤lpenme, comet铆 un error. Pens茅 que 茅stas eran las instalaciones del equipo de Notre Dame”. La puerta se cerr贸 y Rockne se fue.

Desconcertado y luego picado de furia, el equipo sali贸 a jugar la segunda mitad y gan贸 el partido.

Otros escritores tambi茅n han explicado los m茅todos psicol贸gicos que utiliz贸 Rockne y han contado c贸mo Fielding Yost de Michigan, Dan McGuin de Vanderbilt, Herbert Crisler de Princeton y docenas de otros utilizaron la “magia” de la sugesti贸n para llevar a sus equipos a grandes alturas emocionales. .

Antes del partido Rose Bowl de 1934, los pronosticadores “sabios” calificaban al equipo de Columbia como el perdedor. No hab铆an contado con el entrenador Lou Little y sus conmovedoras charlas a sus jugadores d铆a tras d铆a.

Cuando son贸 el silbato que anunciaba el final del partido, los hombres de Columbia eran los mejores sobre el "superior" equipo de Stanford.

En 1935, la Universidad Gonzaga venci贸 al poderoso estado de Washington por 13 a 6 en uno de los partidos m谩s sorprendentes jam谩s vistos en Occidente. Gonzaga no era un equipo de conferencia, mientras que se pensaba que el equipo del estado de Washington, debido a su gran historial, era imbatible.

Los peri贸dicos de la 茅poca informaron que el entrenador asistente Sam Dagley hab铆a declarado que Gonzaga jugaba un f煤tbol inspirado.

Revel贸 que durante media hora antes del partido, el entrenador Mike Pecarovich puso "una y otra vez" un disco fonogr谩fico de una de las charlas de 谩nimo m谩s conmovedoras de Rockne.

Hace a帽os, Mickey Cochrane de los Tigres de Detroit literalmente llev贸 a un grupo de jugadores de b茅isbol con mentalidad de segunda divisi贸n a la cima de la Liga Americana utilizando el poder de la sugerencia repetida.

Cito de un despacho de peri贸dico: “D铆a tras d铆a, a trav茅s de la dura y candente rutina, [Cochrane] predic贸 el evangelio de la victoria, inculcando en los Tigres el 'pensamiento continuo' de que el equipo que gane debe seguir adelante".

Se ve la misma fuerza actuando activamente en las fluctuaciones del mercado de valores. Las noticias desfavorables inmediatamente deprimen los precios, mientras que las noticias favorables los elevan.

 Los valores intr铆nsecos de las acciones no cambian, pero hay un cambio inmediato en el pensamiento de los operadores del mercado, que se refleja inmediatamente en la mente de sus tenedores. No es lo que realmente suceder谩, sino lo que los tenedores de valores creen que suceder谩 los que los impulsa a comprar o vender.

En los a帽os de la Depresi贸n (y puede que haya a帽os como esos en el futuro) vimos esta misma fuerza sugestiva trabajando horas extras.

D铆a tras d铆a o铆mos expresiones como: "Corren tiempos dif铆ciles", "El negocio va mal", "Los bancos est谩n quebrando", "La prosperidad no tiene posibilidades" y historias descabelladas sobre fracasos empresariales por todas partes, hasta que se convirtieron en el canto nacional.

Millones de personas cre铆an que los d铆as de prosperidad nunca volver铆an. Cientos, s铆 miles, de hombres de fuerte voluntad caen bajo el constante martilleo, el continuo golpeteo de los mismos pensamientos aterradores.

El dinero, siempre sensible, corre a esconderse cuando las sugerencias de miedo comienzan a circular, y r谩pidamente siguen las quiebras comerciales y el desempleo.

Escuchamos miles de historias de quiebras bancarias, grandes preocupaciones que se van a pique, etc., y la gente las cree f谩cilmente y act煤a en consecuencia.

Nunca habr谩 otra depresi贸n empresarial si la gente se da cuenta de que sus propios pensamientos de miedo literalmente crean tiempos dif铆ciles. Piensan en tiempos dif铆ciles, y los tiempos dif铆ciles siguen. Lo mismo ocurre con las guerras.

Cuando los pueblos del mundo dejen de pensar en depresiones y guerras, 茅stas dejar谩n de existir, porque nada entra en nuestra esfera econ贸mica a menos que primero lo creemos con nuestro pensamiento emocional.
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